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SOMOS MÁS DE 5.000

Más de 5000 Mujeres por todo el territorio español, que representan un arco iris de diversidades, convivencia y de rebeldía, estamos privadas de libertad.

Mujeres transgénero, cisgénero, no binarias, bisexuales, lesbianas y heterosexuales. Mujeres racializadas, blancas, migrantes, solicitantes de asilo, nacionales. Solteras, casadas, viudas, separadas. Víctimas de trata o de matrimonios forzados. Mujeres siempre trabajadoras, fuera y dentro de casa.
Mujeres con patologías. Mujeres con diversidades funcionales.
Mujeres jóvenes, adultas y mayores.
Mujeres que hablan lenguas distintas, pero que siempre se comunican.
Mujeres flacas, gordas, altas, bajas. Mujeres que se esfuerzan por alcanzar la belleza impuesta por el patriarcado. Mujeres que pudieron superar esa exigencia.
Mujeres sin cuentas bancarias. Mujeres perpetuadas en los sistemas de servicios sociales, protección de menores.
Mujeres activistas de nuestros derechos.
¡Mujeres que un día dijimos basta!
Mujeres interseccionadas, fuertes y resilientes.
Mujeres con diferencias que se diluyen para luchar contra la soledad y el aislamiento, construyendo una sororidad forzada pero funcional.

Todas conviviendo día tras días, durante meses, años, en un espacio gris, limitado, controlado, cerrado. Donde perdemos autonomía, iniciativa, responsabilidad que después se nos exigirá al salir. Donde cualquier movimiento está reglamentado. Donde la monotonía es una pena más a cumplir.
Compartiendo alegrías y tristezas. Enfados y perdidas. Anhelos y frustraciones.
Todas con un pasado de violencias sufridas. Violencias familiares, sociales o estructurales. Algunas con secretos nunca compartidos. Algunas huidas de sus entornos y países con el deseo de una vida mejor. Con historias de dolor acallado.

Todas construidas por el patriarcado y para perpetuar el patriarcado. La mayoría aun sometidas a sus múltiples formas, aun estando lejos y aisladas
Todas con deseos de libertad más allá de la prisión. Con deseos de construirse sin ataduras forzadas e históricas. Con deseos de aprender a reivindicar nuestros derechos de mujer. De no encogerse y crecer.

Todas con miedo de ser olvidadas. Algunas con el deseo de ser olvidadas.

Todas en un sistema penitenciario construido por y para hombres, porque “son la mayoría”. Donde se repiten las discriminaciones por su género. Por qué el patriarcado es estructural, también en los centros penitenciarios.
Y todas juntas, sin poder estar clasificadas en espacios específicos por el delito cometido, características personales o edad, como si pasa en el caso de los hombres.

Con voces profesionales que estigmatizan a los propios módulos de mujeres confundiendo el guirigay con la Locura (porque las mujeres parece que seguimos siendo “locas”); sin tener en cuenta cuanto difícil es la convivencia de tanta diversidad en un espacio tan reducido y controlado, donde no hay donde huir, esconderse o evadirse.

Donde las voces disidentes profesionales que nos defienden, siempre insuficientes, son débiles por el temor a sufrir la misma presión patriarcal que las mujeres presas.

Más de 5000 mujeres que hoy no estaremos en las calles, pero que seguiremos luchando por nuestros derechos y libertades, también aquí, mientras seguimos privadas de libertad.

Mujeres privadas de libertad

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